Saudade, palabra del Portugués. Significado, Julia Calzadilla.

Saudade, palabra del Portugués. Significado, Julia Calzadilla.

Tiene un significado tan complejo que no hay una palabra equivalente en ningún otro idioma.
La bibliografía sobre la saudade es extensísima y sobre ella podrían escribirse volúmenes  enteros. Por su complejidad, un examen profundo de este tema exigiría, ante todo, el tiempo y el espacio necesarios para tratar debidamente cada uno de sus aspectos, de sus manifestaciones, de sus incidencias en la psiquis del hombre
como ser humano individual y como ser social. Estos apuntes, que se limitan a acercar al lector al fenómeno de la saudade desde el punto de vista lingüístico, tratan de responder a la curiosidad despertada en muchas personas por ese término, presente en canciones, poemas y obras literarias que nos llegan de los diversos países de habla portuguesa.

A pesar de que el vocablo galaico-portugués saudade puede traducirse en español como "nostalgia", "añoranza" o "morriña", etcétera, su verdadero significado es mucho más abarcador. Este hecho, sin duda, ha provocado numerosas polémicas --en cuanto a la traducibilidad o intraducibilidad del término— entre los defensores y los detractores de la exclusiva "lusitaneidad" de dicha vivencia, sentimiento, emoción, cuya versión brasileña ha sido estudiada por varios autores como, por ejemplo, lo hizo Osvaldo Orico en 1940.

En ese sentido, en lo concerniente a la referida "intraducibilidad", Manuel de Faria e Sousa (1590-1619), en su obra Lusíadas comentados (1639), menciona la discusión surgida en torno a la diferencia de matices existente entre la saudade portuguesa y la soledad española, y hace alusión al criterio sostenido por algunos de que, en castellano, no existe voz que defina con exactitud ese vocablo portugués.

Asimismo, según refiere João Ferreira en su artículo "La saudade, nueva dimensión psíquica del Hombre",  ya en el siglo XVI (…)"había en Portugal una secta ´pro-saudade´ que defendía no solo que esta es imposible de definir con vocablos de otras lenguas, sino que, además, la soledad castellana no entraña tantos misterios como la saudade portuguesa."1

Por otra parte, muchos poetas lusitanos subrayaron ese criterio como, i.a., Afonso Lopes Vieira, Almeida Garrett y Teixeira de Pascoaes, este último uno de los fundadores del movimiento saudosista portugués, de indiscutible carácter filosófico-religioso, al que se hará referencia más adelante.

Derivada del latín solitate y transformada después en soedade, soidade, suidade y, finalmente, en saudade, este concepto define un sentimiento que puede ser  --y de hecho lo es—experimentado por cualquier pueblo de cualquier latitud. Dicho de otra forma, el deseo de la cosa o criatura amada, vuelto doloroso por la ausencia; la sensación de abandono por parte del ser querido; la angustia por la falta de un bien ausente son, entre otros, estados anímicos universales relacionados con dicho significado. Ahora bien, lo que resulta innegable es que ninguna otra cultura, ningún otro pueblo elevó de manera consciente ese sentimiento a tales alturas filosóficas y psicológicas; incorporó esa idea de carencia, de dolor, de abandono a su quehacer existencial, a su lengua, a su música, a su literatura, a su arte. La "lusitaneidad", entonces, consiste en el modo de interiorizar el enfrentamiento de una situación precaria actual con otra anterior, más querida y placentera; en asumir plena conciencia de ese sentirse solo, solitario, alejado del objeto amado pero, también, en el anhelo de recuperarlo, en la recreación constante del ansiado reencuentro. Todo junto, fusión y síntesis.

Es, como define el excelente Novo Diccionario da Lengua Portuguesa2: "1. recuerdo nostálgico y, al mismo tiempo, suave, de personas o cosas distantes o desaparecidas, acompañado del deseo de volver a verlas o poseerlas, nostalgia. 2. Pesar por la ausencia de alguien que nos es querido."

Veamos algunos breves ejemplos:

-- (…) "Saudade, /Tierno nombre que tan dulce suenas/ En los lusitanos labios" (…) (Almeida y Garret, Camões I, Lisboa, 1886-8),
 -- (…) --"Lleva este ramo, Pepita,/ De saudades portuguesas/ En flor nuestra, y tan bonita" (…) (Almeida Garret, Líricas, Lisboa, 1904). 
-- (…) "Luna de enero/ Fría claridad/ A su luz fue tal vez/ que primero/ La boca de un portugués/ Dijo la palabra saudade". (Augusto Gil, Luar de Janeiro, Lisboa, 1920).
-- (…) Nació, ya portuguesa, /Y portuguesa quedó,/ Fue poeta, con certeza, /Aquel que la inventó."  (Afonso Lopes Vieira, "el poeta-saudade"),3

Así, al analizar la saudade como elemento esencial del pensar portugués y al mismo tiempo como elemento de cariz universal, João Ferreira expresa:

"Pero fue sobre todo Pascoaes quien emprendió la gran defensa de la lusitaneidad de la saudade, creando, conjuntamente con diversos colaboradores y mentores de la Renascença Portuguesa un auténtico movimiento saudosista en Portugal, cuyo órgano oficial fue el Àguia:

´Hay en el alma portuguesa un sentimiento que es solo de ella, resultante de la fusión armónica de las dos ramas étnicas aludidas [Ariano-semita]. Es un sentimiento nacido del casamiento del Paganismo greco-romano con el cristianismo judaico: la Saudade ". (1)4

Y Ferreira añade:

"Tal insistencia y preferencia hizo surgir en Portugal un movimiento saudosista, y dicho movimiento muestra la persistencia entre nosotros de una conciencia saudosa. (…) [Entretanto] no es difícil comprender (…) una disposición atávica, social e histórica hacia el saudosismo en determinados pueblos, que crearon sus palabras para expresar sus sentimientos y vivencias fundamentales y las colorearon y cargaron de un sentido peculiar, que debe admitirse. Esto no impide en absoluto que el sentimiento saudoso tenga, teóricamente y de derecho, un cariz nítidamente universal. O sea, que toda la conciencia humana, capaz de sentir su condición solitaria con respecto a, puede experimentar la saudade. Y para expresarla, todas las lenguas pueden hacerlo, en caracteres latinos, eslavos, chinos o cuneiformes, lo que no sorprende porque las ideas son las que crean los términos y los términos se ajustan a las ideas.  He ahí la razón por la cual, en lo que a nosotros se refiere, el poder universal humano de sentir saudade en nada impide que poderosas razones ambientales, geográficas, sociales y mentales, creen un clima favorable para que una vivencia humana se exprese más explícitamente en una tierra que en otra.".

A lo largo de su enjundioso artículo, João Ferreira examina a fondo el sentimiento saudoso: su contenido formal, las diversas interpretaciones de este fenómeno y los elementos característicos de la saudade, donde la carencia y la ausencia desempeñan un papel determinante:

"Son todos los objetos que pueden ser sujetos de pasión y de afecto: todos los que fueron testigos del afecto personal e individual, y que de algún modo están ligados a la emoción, a la memoria, a la inteligencia, y en los cuales se fijó la atención de alguien. La casita natal, la cuna, el rinconcito donde se jugaba, el jardín que se cuidaba, los juguetes, el río de la tierra natal, el valle, la montaña íngreme y desnuda (….), los cuidados maternos, las amistades de la infancia, los amoríos de la adolescencia, los viejos tiempos pasados y los espacios poseídos, las cantigas populares que tarareábamos y otras situaciones y circunstancias vinculadas con nuestro pasado y con nuestra persona (…)".

Como dije antes, fusión y síntesis donde el tiempo actúa como el detonante de la memoria que, en una mezcla de elementos subjetivos y extra-subjetivos, hace revivir el pasado y la esperanza en el futuro. Ferreira lo afirma: "Es un fenómeno de la temporalidad humana, y terminará exactamente en el momento en que se haga realidad la posesión del objeto por el cual se siente saudade."  En dos palabras, espera y esperanza.

Como excepcional colofón de estas reflexiones, cito a Fernando Pessoa,  quien bajo sus heterónimos de Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro Campos enfrentó a pecho descubierto el sentimiento saudoso, esa añoranza coyuntural y existencial experimentada de diversas maneras en dependencia de su deliberada despersonalización, definida así por él mismo. Por Fernando Pessoa, el poeta y el hombre raigalmente solitarios que, sin cortapisa, supo sentir  nostalgia, melancolía, morriña, tristeza, ese "gorrión" que el habla popular cubana supo captar y plasmar en sus diversas dimensiones. Fernando Pessoa, el poeta portugués que llegó incluso a sentir nostalgia de la nostalgia misma.
(…) "SAUDADE ETERNA, ¡qué poco duras!"5 –escribió consciente de lo efímero de la existencia en el plano terrenal, hambriento de la perennidad en planos superiores y decidido –como William Faulkner— a apostar por la pena en contra de la nada.
Y como traductora y escritora conocedora del alma portuguesa6, de esa saudade implícita o explícita que permea todas las manifestaciones de su cultura  --tal como el fado, fatum, hado lo manifiesta de modo desgarrador y esperanzador a la vez--, una rigurosa versión de la saudade hacia otro idioma en un único término que englobe toda la gama de matices que posee, no haría justicia, precisamente, al alma portuguesa. Es sí, apretadamente como hemos visto, nostalgia, melancolía, añoranza, tristeza, morriña, todo ello con un toque de esperanza. Pero es más que eso. Es todo eso fundido en un singular crisol sentido, vivenciado –y valga la redundancia—de manera singular, porque cada pueblo tiene su alma propia, tremendamente propia en calidad de aporte al mosaico universal.  Por ello, al leer saudade, al asimilarla, al traducirla, es indispensable aprehender y definir la amplitud y la hondura de su concepto, aclarar que un único vocablo foráneo para trasladarla a otra lengua constituiría una aproximación necesaria para una comprensión elemental, pero que sería siempre parcial e incompleta en comparación con su alcance, y que el intento de encerrarla, de limitarla y reducirla de ese modo, sería "dar una idea" de una idea, crear un continente menor que el contenido; un guante más estrecho que la mano. Como ocurriría con otros conceptos propios de nuestras culturas a nivel planetario, con el alma musical del blues, por ejemplo, mucho, muchísimo más allá de la tristeza.
 Julia Calzadilla Núñez


1 En: Revista Miscelânea de Estudos No. 9, 1963, Biblioteca-Museu Joaquim de Carvalho, Figueira da Foz, Portugal.

2 Aurélio Buarque de Holanda Ferreira, Editora Nova Fronteira, S.A., Rio de Janeiro, 1975.

3 En: João Ferreira, Op cit. Traducción de la autora.

4 Ibid. Teixeira de Pascoaes, O Espírito Lusitano, Porto, 1912.

5 "El Contra-Símbolo", En: Fernando Pessoa, Poesías Coligidas, Cuadras ao Gosto Popular, Novas Poesias Inéditas, 4ta, edição, Editora Nova Fronteira, S.A., Rio de Janeiro, 1981.

6 Cuentos Tradicionales Portugueses,  Editorial Arte y Literatura, Ciudad de La Habana , 1985. (Selección, Traducción y Prólogo de Julia Calzadilla Núñez).

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